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¿Qué es la ansiedad?

Actualizado: 5 dic 2019



La ansiedad es una emoción que todos/as hemos experimentado. No hay ningún ser humano en el mundo que no la haya sentido alguna vez en su vida.


Es una emoción más, como puede ser la alegría, el placer o el amor ¿entonces por qué no nos suele gustar sentirla, a diferencia de las anteriores? La respuesta puede parecer sencilla, porque la ansiedad puede resultar desagradable e incómoda para quien la padece. Por este motivo la clasificamos dentro de las emociones "negativas" y la intentamos suprimir o evitar a toda costa. Sin embargo, las emociones placenteras las etiquetamos como "positivas", son siempre bienvenidas y las solemos buscar.


La ansiedad adaptativa vs. la ansiedad desadaptativa.


Aunque nos parezca extraño, la ansiedad es una emoción adaptativa. Has leído bien, el cerebro humano ha sido diseñado para garantizar nuestra supervivencia desde el inicio de los tiempos. Es por ello que cuando sentimos que estamos en peligro, interpretamos esta señal como una amenaza real e inminente, y nos prepara rápidamente para la acción de "salir corriendo", sin pararnos a pensar en nada más. En concreto, cuando consideramos que peligra nuestra vida, se activa una región cerebral llamada amígdala que pone en marcha la respuesta de ansiedad, tanto en el cuerpo como en la mente:

  • Liberamos adrenalina y noradrenalina.

  • Aumenta la frecuencia y la fuerza de los latidos del corazón. De esta forma, los músculos se llenan de sangre para que nos resulte más fácil atacar o huir.

  • Respiramos más cantidad de aire y más deprisa, para tener más oxígeno en la sangre. De esta forma nuestro cuerpo también se prepara para la lucha o huida.

  • La sangre se concentra en las zonas del cuerpo que van a ser necesarias en una situación de peligro, quedando menos sangre en otras zonas como las manos, lo que puede dar lugar al temblor u hormigueo.

  • Las pupilas se dilatan, para detectar mejor los peligros.

  • Sentimos miedo y la respuesta natural es huir para protegerte.


Todas estas reacciones son muy útiles para escapar de un peligro real, físico y tangible, porque nos ponen a salvo si se produce una amenaza real. Por ejemplo, vemos un coche que se acerca hacia nosotros a gran velocidad y nos apartamos de un salto para protegernos, casi sin poder explicar cómo hemos llegado al otro lado de la acera para proteger nuestra vida. En este caso, sentir ansiedad era necesario y adaptativo, porque quizá si no hubiese sido por ella no estaríamos aquí para contarlo.


Pongamos otras situaciones donde no existe un peligro real a nuestra supervivencia, pero igualmente experimentamos síntomas de ansiedad. Por ejemplo, podemos sentir que se nos acelera el pulso, nos sudan las manos y sentimos molestias en el estómago ante una exposición en público. En este caso, personas diferentes podrían sentir la ansiedad de dos formas a) ansiedad adaptativa o "normal", o b) ansiedad desadaptativa. En a) la ansiedad tendría la función de prepararnos para la acción, de ponernos alerta, de mejorar nuestra concentración sobre el tema que vamos a exponer, y de resolver posibles problemas o contratiempos que puedan surgir. Por el contrario, en b) los síntomas de ansiedad se convertirían en "nuestro enemigo" y evaluaríamos la situación como una amenaza cuando es aparentemente inofensiva, a raíz de una serie de asociaciones repetidas con frecuencia. Consumiríamos recursos y energías de forma innecesaria preocupándonos por la posibilidad de quedarnos en blanco o que no nos salgan las palabras, anticipando una posible vergüenza o críticas, un posible error...


¿Por qué interpretamos como peligroso algo que no lo es?


Se ha demostrado que el cerebro no distingue si esa amenaza es real o imaginada. Es decir, no sabe diferenciar si algo peligroso está ocurriendo aquí y ahora o si solo está ocurriendo en nuestra mente. Empleando los ejemplos anteriores, nuestro cerebro reaccionaría de forma similar si nos encontramos ante un coche que nos va a atropellar o si tenemos miedo a hablar en público. Por lo tanto, en los casos en que la amenaza es imaginada, la interpretamos como "potencialmente dañina", y se activa igualmente la señal de alarma a pesar de que no peligre nuestra vida.


Por lo tanto, la ansiedad es una emoción necesaria y normal, pero cuando esta pierde la finalidad de garantizar nuestra supervivencia o ayudarnos a conseguir lo que nos proponemos y se produce de forma desproporcionada a la situación, puede generarnos sufrimiento. En estos casos estaríamos hablando de problemas de ansiedad que interfieren en el día a día de las personas como las fobias simples (fobia a hablar en público, a los aviones, a las alturas...), la agorafobia, la ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, etc.


¿La ansiedad se puede eliminar?


La buena noticia es que la ansiedad que nos genera sufrimiento se puede trabajar rompiendo las asociaciones que nos llevan a interpretar los síntomas de forma desproporcionada. El objetivo no sería eliminar la ansiedad, puesto que es una emoción y es imposible controlarla a voluntad, sino aprender a relacionarnos con ella de una forma sana, hacerla nuestra aliada para conseguir nuestras metas y lograr mayor bienestar.

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Libros consultados:

- Roca, E. (2009). Cómo superar el pánico (con o sin agorafobia). ACDE.

- Simón, V. (2011). Aprender a practicar Mindfulness. Sello Editorial SL.



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